Debido a que los judíos penínsulares tenían un nivel de formación más alto que la población autóctona de los sitios donde se asentaron apenas se mezclaron con ella conservando sus costumbres y su idioma, el hoy denominado judeoespañol, que consistía básicamente en el castellano del siglo XV.
Durante 400 años la comunidad sefardí vivió en paz pero, primero la desintegración del Imperio Otomano, y luego el Holocausto judío en la Segunda Guerra Mundial, redujo drasticamente el número de hablantes nativos del judeoespañol.
En los años 1950 casi todos ellos emigraron a Israel donde poco a poco fueron adoptando el hebreo como lengua. Se estima que en Turquía quedan apenas 8,000 hablantes del judeoespañol.
En cuanto al barrio de Balat, sufrió una progresiva degradación que aún hoy continúa. Las autoridades turcas estiman que el 20% del barrio presenta peligro de ruina y muchos habitantes (actualmente en su inmensa mayoría musulmanes) carecen de servicios básicos.
El gobierno turco (con la ayuda de la Unión Europea) está intentando rehabilitar el barrio destinando 7 millones de euros.
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